Con el origen en el término latino exitus ("salida"), el concepto se refiere al efecto o la consecuencia acertada de una acción o de un emprendimiento. Su raíz se hace más o menos evidente según el contexto en que usamos esta palabra, ya que muchas veces expresa "sobresalir", "salir por encima de la competencia", "salir de la oscuridad del anonimato".
El éxito no siempre tiene que ver con lo que mucha gente ordinariamente se imagina.
No se debe a los títulos que tienes, sean de
nobleza o académicos, ni a la sangre heredada o a la escuela donde estudiaste.
No se debe a las dimensiones de tu casa, a cuántos carros caben en tu cochera o
si éstos son último modelo. No se trata de si eres jefe o subordinado, si
escalaste la siguiente posición en tu organización o estás en la ignorada base
de la misma.
No se trata de si
eres miembro prominente de clubes sociales o si sales en las páginas de los
periódicos. No tiene que ver con el poder que ejerces o si eres un buen
administrador, si hablas bonito, si las luces te siguen cuando lo haces.
No es la tecnología
que empleas, por brillante y avanzada que ésta sea. No se debe a la ropa que
usas o si gozas de un tiempo compartido, si vas con regularidad a la frontera o
si después de tu nombre pones las siglas deslumbrantes que definen tu estatus
para el espejo social. No se trata de si eres emprendedor, hablas varios
idiomas, si eres atractivo, joven o viejo.
El éxito realmente es...
"Se debe a cuánta
gente te sonríe, a cuánta gente amas y cuántos admiran tu sinceridad, humildad y la
sencillez de tu espíritu. Se trata de si te recuerdan cuando te vas. Se refiere
a cuánta gente ayudas, a cuánta evitas dañar y si guardas o no rencor en tu
corazón.
Se trata de si en tus
triunfos incluiste siempre tus sueños. De si no fincaste tu éxito en la
desdicha ajena y si tus logros no hieren a tus semejantes.
Es acerca de tu
inclusión con los otros, no de tu control sobre los demás; de tu apertura hacia
todos los demás y no de tu simulación para con ellos.
Es sobre si usaste tu
cabeza tanto como tu corazón; si fuiste egoísta o generoso, si amaste a la
naturaleza y a los niños y te preocupaste por los ancianos.
Es acerca de tu
bondad, tu deseo de servir, tu capacidad de escuchar y tu valor sobre la
conducta ajena.
No es acerca de
cuantos te siguen, sino de cuantos realmente te aman. No es acerca de
transmitir todo, sino cuántos te creen, de si eres feliz o finges estarlo.
Se trata del equilibrio, de la justicia, del bien ser
que conduce al bien tener y al bien estar.
Se trata de tu conciencia tranquila, tu dignidad
invicta y tu deseo de ser más, no de tener más. La persona que verdaderamente
tiene éxito es aquella que tiene a Cristo en su corazón.
El camino al Éxito no
es recto. Hay una curva llamada falla, un periférico llamado confusión, topes
llamados amigos, luces de precaución llamada familia, y tendrás ponchaduras
llamados trabajos.
Pero...si tienes una
refacción llamada determinación, un motor llamado perseverancia, un seguro
llamado fe, un conductor llamado Jesús, llegarás a un sitio llamado Éxito!
Empieza por hacer lo necesario, luego lo que es
posible y de pronto te encontrarás haciendo lo imposible".
San Francisco de
Asís.
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